martes, 6 de junio de 2017

Azucena Dorado, la primera voz femenina del rock duro en castellano

Nunca han proliferado los casos dentro del rock (y menos aún en el heavy metal) en los que un grupo musical estuviese liderado por una mujer. Siempre han sido la excepción. Internacionalmente, quizá los primeros casos más sonados fueron los de la estadounidense Joan Jett (y sus Blackhearts) y la alemana Doro Pesch (y sus Warlock). En España no era nada fácil encontrarse con una mujer liderando un grupo de rock, salvo en contadísimas ocasiones del circuito underground, alejados del gran público y de los medios de comunicación.

Hasta que a principios de la década de los 80 saltó a la fama un grupo llamado Santa, formado casi exclusivamente por hombres, pero liderado por una mujer de gran potencia a las voces. Su nombre era Azucena (Azuzena era su nombre artístico), y poco o nada se sabía de ella hasta ese momento.




Azucena nació en Madrid en el año 1955, mostrando desde muy pequeña una inquietud por la música nada común a esas edades. Fue perfilando sus gustos y preferencias estilísticas, hasta decantarse por el Rhythm & Blues imperante de aquellos años para pasarse finalmente, y de forma progresiva, al rock y al heavy metal. Uno de sus primeros grupos fue Guadalquivir, que practicaba el pop típico de finales de la década de 1970. Poco tiempo después entraría en Huracán, con los que comenzó a experimentar las vicisitudes del rock en la España de principios de los 80, con la dificultad añadida de dedicarse a ello siendo mujer en una profesión por aquel entonces dominada por hombres.

En aquellos años, el heavy metal estatal cobraba fuerza gracias a grupos contrastados como Barón Rojo, Obús o Ángeles del Infierno. Lo que llevaba años triunfando en el extranjero, con bandas como Black Sabbath, Iron Maiden o Judas Priest, aquí tardó un poco más en llegar (como siempre ha pasado con todo). Pero llegó.

Sobre el año 1983, dos ex-miembros de Obús (Juan Luis y Fernando) estaban buscando miembros para formar una nueva banda que profundizase en las raíces del heavy metal más clásico. Mientras llevaban a cabo este cometido, descubrieron por casualidad a Azucena mientras ésta actuaba en directo con Huracán. Desde ese preciso momento la decisión estaba tomada: la responsabilidad vocal del nuevo grupo recaería sobre ella. Se lo propusieron y ella aceptó. Ya tenían batería, bajista y cantante. Faltaba un guitarrista, de sobra hoy conocido: Jerónimo Ramiro (por aquel entonces provenía de Ñu, posteriormente se unió a Barón Rojo, y finalmente formó y consolidó a Saratoga junto a Niko del Hierro).

Creado el grupo, ahora faltaba ponerle nombre y comenzar a tocar.  Decidieron hacerse llamar Viuda Negra en un principio, y pronto grabaron una maqueta donde cambiarían su nombre al definitivo Santa, de la cual se extrajeron dos temas para un álbum de Chapa Discos (gestionado por el prestigioso periodista y productor Vicente “Mariskal” Romero). Gracias a esta maqueta consiguieron cierta repercusión en la escena heavy madrileña, pero también comenzaron a surgir problemas entre los componentes, marchándose finalmente los dos miembros fundadores, y quedándose Azucena y Jero con las riendas del grupo. Con las nuevas incorporaciones que buscaron, entran a grabar su primer álbum “Reencarnación”. Sorpresivamente, vendieron de dicho álbum casi 20.000 copias, algo que para un grupo novel y que practicaba un estilo musical para nada comercial, era todo un hito.




Seguramente influyó en el éxito inicial el hecho de que fuese una banda de heavy metal liderada por una mujer, algo jamás visto en España hasta ese momento. Azucena tenía una voz muy potente, pudiendo alcanzar tonos altos sin el aparente menor esfuerzo, en consonancia con una presencia en escena brutal, siendo capaz de llenar ella sola el escenario con su presencia. Todo ello aderezado con un aspecto agresivo, vistiendo normalmente de negro y con sus clásicas muñequeras de tachuelas que tanto se pondrían de moda por aquellos años en el sector más duro del rock.

Fue en estos momentos de apogeo cuando llegaron incluso a actuar en el programa Tocata de TVE, programa donde los grupos actuaban en riguroso directo y con público, al más puro estilo de un concierto al uso. También aparecieron en la película Los Zancos, de Carlos Saura, interpretando el tema "Sin compasión".

Un año más tarde, en 1985, publicarían “No hay piedad para los condenados”, su segundo disco. Aunque no cosechó las mismas cifras de ventas que su predecesor debido a que habían introducido bastantes elementos melódicos a sus composiciones y esto podía chocar en su audiencia, les permitió seguir contando con un nutrido número de fieles seguidores, así como con cierta promoción de la prensa especializada que veía ya a Santa como una realidad y no como una futura promesa. Fue aquí cuando la historia se empezó a torcer. Las tiranteces entre Jero y Azucena por hacerse con el control del grupo cada vez eran más agudas, desembocando finalmente en la salida de la formación de la vocalista vallecana. Para entonces, Jero trajo a otra cantante para sustituir a Azucena, con unos registros diferentes, e hizo un viraje definitivo a la propuesta musical que tanto éxito les había dado, pasando de un heavy metal clásico a un rock melódico que para nada casaba con los seguidores que habían cosechado los años pasados. Santa desaparece como grupo en 1987.

Azucena comenzó una carrera en solitario al abandonar Santa en 1986. A pesar de contar con el apoyo y el cariño entre el público heavy del momento (apoyo que tanto trabajo y sacrificio le había costado alcanzar) no logró encaminar su carrera musical. Fruto de su delicada situación económica, las compañías discográficas se intentaron aprovechar de ella, llevándola a terrenos más cercanos al pop que al rock duro. Su primer álbum en solitario fue un fracaso en ventas. Ante esto, y en lugar de abandonar, Azucena decidió romper con su compañía y editar con los escasos recursos económicos que le quedaban un segundo disco donde volvía a sus raíces, un rock duro donde resaltaba sobremanera la potencia y versatilidad de su voz. Pero, tristemente, no tuvo ningún tipo de repercusión y cayó definitivamente en el olvido. Se retiró de la música, y se dedicó al mundo de la hostelería.




No se supo nada más de ella, hasta el año 2005, cuando apareció muerta en su piso tras una larga enfermedad. Su gran pasión siempre fue la música, había nacido para ello. Poco tiempo después de su fallecimiento, y gracias a allegados, se descubrió que estaba preparando su vuelta al heavy metal después de 15 años, bajo el nombre artístico de Santazuzena, algo que por desgracia nunca pudo llegar a ocurrir.

Puede parecer que la vida de Azucena es una de tantas otras historias trágicas que envuelven el mundo del rock. Pero es más que eso. Es la vida de una mujer que luchó por sus sueños, que peleó hasta triunfar en la música. Una mujer que rompió moldes, que acabó con los estereotipos de que el rock duro únicamente era una cosa de hombres. Azucena no abrió una puerta para la posterior incorporación de figuras femeninas en primera línea del heavy metal, directamente derribó la puerta de una patada.





-----------------------
Autor: Aitor Y.
-----------------------


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Rosendo Mercado, el merecido descanso del guerrero

Hace un par de semanas, al llegar a casa, vi una noticia que muchos pensábamos que nunca llegaría: Don Rosendo Mercado se retira a sus 64 a...