Hace un par de semanas, al llegar a casa, vi una noticia que muchos pensábamos que nunca llegaría: Don Rosendo Mercado se retira a sus 64 años.
El padre del rock cantado en castellano. El músico que creó y perfeccionó ese género musical llamado "rock urbano" con sus míticos Leño, el mejor grupo de rock que haya dado este país, y sin el cual no habrían surgido con posterioridad grupos como Barricada, Platero y Tú, Extremoduro, Marea y un largo etcétera.
LEÑO (Rosendo Mercado, Tony Urbano y Ramiro Penas)
Rosendo siempre ha hecho gala de su orgullo madrileño (tanto en los escenarios como en sus letras), de representar a la ciudad que le vio nacer y crecer, así como a su barrio de toda la vida: Carabanchel.
Ha cautivado a varias generaciones a lo largo de su trayectoria. Y yo, personalmente, agradezco enormemente que mi padre me haya descubierto tantos y tantos grupos. Agradezco que desde que tenía uso de razón, me pusiese vinilos en el salón de grupos como Rolling Stones, Led Zeppelin, Eric Clapton, Barón Rojo, Santa, Los Suaves, y cómo no, de Leño y de Rosendo en solitario.
Mi padre tuvo la suerte de ver en directo a Leño en su día, y yo tuve la suerte de asistir con él varias décadas después a ver a Rosendo llenando la plaza de Las Ventas.
Rosendo significa y ha significado mucho en mi familia. Sí, aunque sea difícil de comprender, Rosendo ha sido como uno más de mi familia a pesar de no haber cruzado con él jamás una sola palabra. Por eso nos duele la noticia de su retirada, pero también comprendemos que este momento llegaría, y él mejor que nadie se ha ganado a pulso un merecido descanso.
Carta mediante la cual Rosendo anuncia su retirada de los escenarios
Mientras tanto, disfrutemos de los meses que quedan para poder verle en directo en su gira de despedida, que dará comienzo este mismo mes de marzo, y finalizará en diciembre con cuatro grandes conciertos en A Coruña (día 14), Bilbao (día 15), Madrid (día 20) y Barcelona (día 22).
Si hablamos de Deep Purple, enseguida se nos viene a la
mente un riff de guitarra, el de la archiconocida canción “Smoke on the water”.
Cualquier persona que sepa tocar la guitarra ha empezado practicando a las seis
cuerdas con este tema. ¿La canción más famosa del rock? Posiblemente lo sea, se
ha tarareado por doquier en cualquier lugar del mundo, incluso habrá gente que
no conozca al grupo, pero sí la canción. Bien, pues Deep Purple son mucho más
que Smoke on the water.
Para hablar sobre la trayectoria de los británicos haría
falta escribir una biografía de varios cientos de páginas dada su dilatada
carrera, y no una simple entrada de blog.
El grupo se formó a finales de la década de los 60 en
Inglaterra. Una década y un país de vital importancia para la historia de la
música, surgiendo por aquellos años formaciones en dicho país anglosajón como
The Rolling Stones, The Beatles, The Who, Pink Floyd, Jethro Tull, Led
Zeppelin, Black Sabbath...
Portada de "In Rock" (1970)
Una de las principales señas características de Deep Purple
han sido los continuos cambios de formación, y a la vez, la enorme calidad
musical que atesoran todos aquellos músicos que han pasado por sus filas y los
distintos grupos que han nacido posteriormente gracias a ellos. Popularmente
siempre se ha denominado “Mark” a las sucesivas alineaciones de la banda,
siendo la más popular la Mark-II, formada por Ian Gillan a las voces, Ritchie
Blackmore a la guitarra, Ian Paice a la batería, Roger Glover al bajo y Jon Lord
a los teclados. Esta formación grabaría en su primera etapa cuatro álbums que
marcarían un antes y un después en la historia del rock internacional: In rock (1970), Fireball (1971), Machine head
(1972) y Who do we think we are
(1973). En estas producciones vienen
incluídos temas como Child in time, Strange kind of a woman, Highway star, o
Smoke on the water.
Mark-II (Lord, Paice, Gillan, Blackmore, Glover)
Esta formación, la Mark-II, grabará también el que para
muchos es el mejor disco grabado en directo de la historia de la música: Made in Japan (1972). Soy de los que
opinan que la valía de un artista musical se demuestra en directo y no en los
álbums de estudio. Pues bien, con este disco Deep Purple no sólo demostró su
enorme calidad, sino que demostraron al mundo entero que ellos jugaban directamente
en otra liga. Cuatro músicos en directo, cada uno ellos un virtuoso a su
instrumento: impresionante interpretación de Gillan a las voces con sus agudos
y el sentimiento que impregna, por ejemplo, en Child in time, memorable (como
siempre) Ritchie Blackmore a la guitarra, al igual que Glover al bajo, o la
vital importancia de los teclados de Lord. Mención especial al solo de batería
de Paice, que debería enseñarse en todas las escuelas de percusión.
Portada de "Made in Japan" (1972)
Tras esta época dorada, Gillan y Glover abandonan Deep
Purple. Hay quien dice que Gillan había
abandonado hace tiempo ya el grupo, pero que la compañía discográfica le obligó
a quedarse para no mermar la venta de discos de la formación. Es entonces
cuando da comienzo la Mark-III y la Mark-IV con la entrada de David Coverdale a
las voces y Glenn Hughes al bajo. Para entonces, Ritchie Blackmore ya se había
hecho con las riendas del grupo; una persona con un enorme talento musical y
una marcada personalidad sobre el escenario, pero que también era muy
problemática a la hora de sacar trabajo adelante. Con esta alineación, publican
álbums de enorme calidad también como Burn
(1974) o Stormbringer (1974), los
cuales contienen temas como el propio Burn o Soldier of fortune. Además,
grabaron el directo Made in Europe
(1976), que aunque no cosechó el mismo éxito que el anterior grabado en Asia,
sirvió para promocionar y remarcar las grabaciones publicadas por esta
formación, ya que únicamente contiene canciones en directo de los dos últimos
discos anteriormente citados.
Ritchie Blackmore decidió abandonar entonces el grupo con el
que tantos éxitos había cosechado, para formar otra banda de renombre junto a
Ronnie James Dio: Rainbow. Aunque en un principio el resto de miembros de
Deep Purple decidieron seguir sin él, se llegó a la conclusión de que lo mejor
era poner punto y final a su carrera, dando pie a una separación que cristalizó
en 1976. Coverdale formó a su vez Whitesnake, llevándose a
antiguos compañeros como Lord o Paice.
La reunión que parecía que nunca se llevaría a cabo tuvo
lugar años después, en 1984, con la formación más exitosa en la historia del
grupo: la Mark-II (Gillan, Blackmore, Glover, Paice y Lord). Dicha vuelta a los
escenarios trajo consigo la grabación de sus consiguientes LP´s: Perfect Strangers (1984) y The house of blue light (1987). En este
periodo hay un paréntesis, y se da cuando Ian Gillan vuelve a abandonar la
banda, para entrar a sustituirle Joe Lynn Turner (ex-Rainbow) a las voces
durante un par de años antes del retorno del primero a finales de los 90.
Tras la sucesión de estos acontecimientos, Blackmore
abandonaría definitivamente Deep Purple, llamando al también virtuoso
guitarrista Joe Satriani para sustituirle. Satriani no llegó a grabar ningún
disco con los británicos y decidió dejar el proyecto en manos de su amigo Steve
Morse, que sigue siendo el actual guitarrista a día de hoy de la banda. Si bien
es cierto que Morse no tiene el carisma y esa “magia” que tiene Blackmore,
posee una calidad por encima de la media que se le presupone a un músico que
debe desempeñar las tareas de un guitarrista en una banda de primer nivel
mundial como Deep Purple.
A principios del siglo XXI Jon Lord, miembro fundador del
grupo y que hasta entonces había participado en todas las diferentes
alineaciones del grupo, se retira por motivos de salud (fallecería tiempo
después), y entra Don Airey (ex- Ozzy, Black Sabbath…) como teclista del grupo;
no hace falta recalcar la importancia que tienen los teclados en un grupo como
Deep Purple, y el listón tan alto que dejó Jon Lord. Queda así formada la
Mark-VIII que comenzó en 2002 y sigue hasta nuestros días, compuesta por Ian
Gillan a las voces, Steve Morse a las guitarras, Roger Glover al bajo, Ian
Paice a la batería (único miembro que ha participado en las ocho formaciones
diferentes del grupo a lo largo de toda su historia), y Don Airey a los
teclados. Con esta formación han publicado diferentes discos como Bananas (2003), Rapture of the Deep (2005), Now
what?! (2013) o Infinite (2017).
Mark-VIII (Airey, Paice, Morse, Gillan, Glover)
Recientemente, y junto a la publicación de su último álbum
Infinite, se anunció que éste sería el último disco del grupo, y la gira de
presentación del mismo serviría como despedida definitiva de Deep Purple. Un
servidor tuvo la suerte de poder asistir al concierto que ofrecieron
recientemente en Madrid con motivo de dicha gira de despedida, en el antiguo
Palacio de Deportes. Es cierto que son músicos que rondan los 70 años por regla
general, y que pueden parecer mayores para el negocio en el que se ha
convertido la música hoy en día, pero no he visto en mi vida un concierto con
unos músicos de tanta calidad como el que tuve la suerte de ver en persona hace
unos días. Quizá lo que más se notase, obviamente, era que Gillan no llegaba a
los tonos agudos que daba con 30 años menos (recordemos que tiene 71 años),
pero lo solventaba extraordinariamente bien; se nota que es un artista
profesional con numerosos recursos. Roger Glover debería estar en la lista de mejores
bajistas de la historia, ver en directo a Ian Paice es una lección de 2 horas
de cómo se debe tocar la batería, lo que hace Don Airey con los teclados no es
de este planeta, y Steve Morse es un grandísimo guitarrista que si no hubiese
tenido que lidiar con la sombra de Blackmore habría destacado aún más de lo que
lo hace ahora. Se echaron en falta varios éxitos clásicos del grupo, pero
también había que comprender que además de la gira de despedida, es también la
gira de presentación de su nuevo disco. Y qué diablos, son Deep Purple, se les
perdona todo.
Siempre he considerado que en los tiempos que corren, donde
se hace música de usar y tirar y nos bombardean hasta la saciedad con hits
pasajeros que luego caen en el más absoluto ostracismo, que un grupo siga
actuando en directo después de décadas desde que se formase y sus canciones
sean escuchadas por diferentes generaciones a través de más de 40 años, es un
logro al alcance de muy pocos artistas. Deep Purple son uno de esos artistas privilegiados.
Todo ello ganado a pulso, todo hay que decirlo.
Dentro de unos años podré decir con orgullo: “Yo vi en directo a Deep Purple”.
Pocos casos hay en la música, y menos aún en los tiempos que
corren, en los que surja un grupo que ofrezca algo novedoso y que no se haya
visto antes. Ars Amandi es uno de esos casos.
Siempre ha habido artistas que se han atrevido a innovar y
experimentar en sus campos. El hecho de que grupos de rock introdujesen
elementos folk en sus creaciones (como la flauta o la gaita) ya se había visto fuera de nuestras fronteras con Jethro Tull, o aquí en España con bandas como Ñu o más recientemente Mägo
de Oz. Pero Ars Amandi dieron un paso más allá, incorporando instrumentos de
viento típicamente castellanos y totalmente desconocidos para el gran público,
casos de la dulzaina y el pito castellano.
El grupo se forma en Madrid, con la figura de Dani Aller
como fundador del mismo. Él es el encargado de introducir los elementos castellanos anteriormente citados en
las canciones del grupo, así como su principal compositor. Una vez conformada
al completo la banda graban una maqueta, gracias a la cual consiguen un
contrato con la discográfica Pies.
Su primer álbum Autóctono, fue grabado en los
estudios “El cielo de Madrid” y sale a la venta en 2003. Es un disco de una
calidad sobresaliente, más aún si se tiene en cuenta el hándicap de ser su debut.
Es un álbum uniforme, donde desde una primera escucha se hace notar el
protagonismo de Dani a las voces y tocando la dulzaina, el pito castellano o
incluso la flauta irlandesa. Destacan temas como Camino sin fin, Ven hacia mí,
¿A qué esperáis?, o la crítica a la
tauromaquia que realizan en Su fiesta.
La crítica social está presente en varios de los temas del disco. También
convendría resaltar la versión de Abre la
puerta niña que hacen de Triana, grupo que por otra parte no han ocultado
nunca que sea una de sus grandes influencias. Obtuvieron gran reconocimiento
con este primer disco, incluso no era raro ver reseñas muy positivas del mismo
en medios escritos especializados, o en el inolvidable programa de radio “Disco
Cross” (Rockservatorio FM) conducido por el malogrado periodista Mariano
García, donde ponía con asiduidad temas suyos.
Un año después, ya en 2004, publicarían su segundo álbum En
tierra firme, donde perfeccionan esa mezcla tan característica de rock
y folk. Destaca, entre otros, el tema No
queda sino batirnos basado en las andanzas del Capitán Alatriste, y escrito
por Txus de Mägo de Oz. También la canción Escuchando
al corazón que fue elegido como single. Por aquel entonces, Ars Amandi ya
habían creado lazos con grupos como Lujuria o Sínkope, y sobre todo con Mägo de
Oz, que les eligió para que fuesen sus teloneros en la gira de “Gaia”, actuando
en grandes recintos como el Palacio de Vistalegre de Madrid, lo que les valió
para consolidarse y ganar un nutrido número de seguidores, gracias a la propuesta
musical similar que compartían ambas formaciones.
En 2005 sale a la venta Camino al destino, su tercer álbum y
quizá el más maduro hasta ese momento. Se puede apreciar un sonido diferente en
las guitarras, sonando éstas con más fuerza y potencia que en anteriores
grabaciones. Recordemos que sacan sus tres primeros discos en apenas tres años
(2003, 2004 y 2005), lo que indica una capacidad de creación muy importante.
Como viene siendo costumbre, al año siguiente ve la luz su
cuarto álbum Desterrado entre sueños. Puede percibirse un aroma
“hardrockero” más acentuado que en anteriores discos, pero sin perder su seña
de identidad: los instrumentos musicales de origen castellano. Después de estos años, el guitarrista Paco Moreno decide
abandonar el grupo, por lo que Dani Aller (verdadero artífice del grupo) se convierte en el único miembro
original que permanece en el seno de la formación.
En 2010, y rompiendo la norma autoimpuesta de publicar un
disco por año, sale a la venta El rincón de los deseos, su quinta
obra.
Las idas y venidas de diferentes miembros han sido una
constante en la carrera del grupo, lo que parece ser una de las causas de la
desaparición de Ars Amandi de los escenarios durante varios años.
Reaparecieron en el año 2014, con un concierto en la Sala
Caracol, en su Madrid natal. Para tal cita contaron con colaboraciones
especiales, como la del flautista Fernando Ponce de León (ex-Mägo de Oz). El
concierto fue un éxito y la sala se llenó, lo que ya era un indicativo de las
ganas que había de tener al grupo de vuelta.
El último material que tenemos de ellos es el EP El
arte de amar publicado en 2015 con cuatro temas nuevos.
Quizá en una primera escucha, lo primero que le venga a
alguien a la cabeza sea “otro grupo como Mägo de Oz”. Y puede que, sólo en
parte, razón no les falte. Pero si no nos quedamos únicamente en lo superficial
Ars Amandi son más que eso, son un grupo con vida propia y una definida seña de
identidad. Quizá nunca lleguen a llenar pabellones o estadios, pero su
propuesta musical está ahí, claramente marcada. Se arriesgaron a aunar
elementos típicos del folk castellano con rock, sabedores de que el público rockero
en España suele ser reacio ante lo novedoso. La jugada les salió bien, y
gracias a ellos muchas personas descubrimos lo que eran instrumentos como la
dulzaina o el pito castellano, y lo bien que podían casar con unas guitarras.
Cuando evocamos los grandes cantantes de rock de los 70 que
marcaron una época por su calidad y aportes al mundo de la música, siempre se
nos vienen a la cabeza personas como Ian Gillan (Deep Purple), Robert Plant (Led
Zeppelin) o Freddie Mercury (Queen). El gran olvidado, por regla general y para el
gran público, siempre es Ronnie James Dio, a pesar de haber formado parte de las
más emblemáticas bandas de hard rock y haber
desarrollado una encomiable carrera en solitario.
Nació en 1942 en Estados Unidos, en el seno de una familia italoamericana, interesándose tan temprano
por la música que antes de cumplir los 16 años ya había formado parte de
varios grupos. Su primer proyecto serio puede decirse que fue Ronnie Dio & The Prophets, formado
a finales de la década de los 50, donde practicaba el soul y el rhythm and
blues predominantes por aquella época.
Con el devenir de los años, Dio endurecería poco a poco su
sonido. Esto se aprecia perfectamente si se observa toda su trayectoria desde
una perspectiva no muy alejada. La primera muestra de cambio musical se produjo
al dar por finalizada su aventura en Ronnie Dio & The Prophets para dar
comienzo a su segunda aventura profesional: ELF. No sólo tuvo lugar un cambio de grupo y de nombre, sino
también de estilo. Pasando del antes mencionado soul a un rock de corte más
clásico, similar al que practicaban grupos como Deep Purple, Black Sabbath o
Uriah Heep, entre otros.
Precisamente, Deep Purple les eligió para telonear una de
sus giras, quedándose el virtuoso guitarrista de los británicos, Ritchie
Blackmore, prendado del pequeño cantante estadounidense. Le gustó tanto el
peculiar tono de voz de Dio, que le propuso formar un grupo paralelo a Deep
Purple y a Elf, y que dará como resultado una de las más grandes bandas que
haya dado el hard rock: Rainbow. Aunque en un inicio la primera formación de Rainbow constó de Blackmore y la
totalidad de miembros de Elf, más tarde éstos últimos la irían abandonando,
uniéndose otros miembros, como el bajista de Deep Purple, Roger Glover. Por
aquella época el guitarrista decidió dar fin a su etapa con los británicos, por
lo que pudo dedicarse enteramente a su nuevo proyecto. Firmaron auténticas joyas como Man on the silver mountain, Kill the king,
Long live Rock and Roll… El tándem Blackmore-Dio funcionaba a las
mil maravillas, tanto a nivel compositor como durante las actuaciones en
directo. Pero todo suele tener un lado oscuro, y en este caso era la difícil
personalidad de Blackmore (que tantos quebraderos de cabeza le ha traído a lo
largo de su carrera profesional), lo que fue desgastando poco a poco la
relación entre ambos, hasta llegar al punto en el que el vocalista decidió
marcharse de Rainbow.
Rainbow
Cuando podía parecer que la carrera de Ronnie se iba a
resentir, entró a formar parte de otra de las grandes formaciones británicas de
la historia del rock duro (y hay quien dice incluso que fueron ellos los que
crearon ese estilo musical): Black
Sabbath. Se unió para sustituir en las voces a Ozzy Osbourne, el cual dejó
la banda por problemas personales y de salud. Con Dio ya plenamente acoplado,
Black Sabbath endureció aún más su sonido, pasando de un hard rock de corte
clásico, aunque más duro de lo habitual, a un heavy metal más potente y
ortodoxo, al más puro estilo de sus compatriotas Iron Maiden o Saxon. Hay que
resaltar que Black Sabbath ya eran un gigante musical cuando Dio entró, lo que
significaba que el reto era aún mayor: hacer olvidar a Ozzy y que la máquina
engrasada que eran como grupo siguiese adelante sin mirar atrás. Cumplió con
creces su cometido, poniendo su seña de identidad a temas como Neon Knights, Children of the sea o Heaven and hell. Dio abandonaría Black
Sabbath, aunque volvería en otras dos etapas diferentes: a principios de los 90
para grabar el álbum Dehumanizer, y ya en el nuevo milenio bajo el nombre de
Heaven & Hell (por disputas legales con Ozzy no pudieron actuar ni grabar
bajo el nombre de Black Sabbath).
Black Sabbath
Tras sucederse estos acontecimientos, en 1983 decide dar
inicio a su carrera en solitario bajo el nombre artístico de DIO. Por aquel entonces Ronnie ya se
había hecho un nombre en la escena, era de sobra conocido, y no le costó
encontrar unos músicos de calidad contrastada para que se unieran a él, como
Vinny Apice o Vivian Campbell (éste último compañero suyo en Black Sabbath).
Durante su aventura en solitario, practicó un heavy metal similar al que
introdujo en Black Sabbath durante su etapa en la banda británica, estilo que
casaba a la perfección con su peculiar tono de voz, dando como resultado unos
discos que no es extraño ver en las primeras posiciones de diferentes rankings
musicales especializados. Cabe destacar su disco de debut: Holy Diver. Imposible
resaltar un único tema por encima del resto, desde la canción que da nombre al
disco, hasta Rainbow in the Dark,
pasando por Stand Up and Shout o Don´t Talk to Strangers. Lo dicho, todo
amante del rock (en cualquiera de sus vertientes) debería tener un ejemplar de
este álbum en su estantería.
Falleció a causa de un cáncer en 2010 pocos meses después de
que se le diagnosticara, en mitad de una gira con Heaven & Hell.
Dio consiguió una legión de seguidores durante sus más de 50
años de carrera profesional. Desde seguidores del rock más clásico en su etapa
de Rainbow, hasta seguidores metaleros en su etapa de Black Sabbath y su
carrera en solitario. Y claro está, también los seguidores que disfrutamos de
todas y cada una de sus etapas. Ronnie James Dio fue, es y será “La voz”. Una
persona que saliéndose de los estereotipos que persiguen a todos los cantantes
de rock duro, consiguió impregnar con su mágico sello canciones que forman
parte de la banda sonora de la vida de muchos de nosotros y nosotras.
Nunca han proliferado los casos dentro del rock (y menos aún
en el heavy metal) en los que un grupo musical estuviese liderado por una
mujer. Siempre han sido la excepción. Internacionalmente, quizá los primeros
casos más sonados fueron los de la estadounidense Joan Jett (y sus Blackhearts)
y la alemana Doro Pesch (y sus Warlock). En España no era nada fácil
encontrarse con una mujer liderando un grupo de rock, salvo en contadísimas
ocasiones del circuito underground, alejados del gran público y de los medios
de comunicación.
Hasta que a principios de la década de los 80 saltó a la
fama un grupo llamado Santa, formado casi exclusivamente por hombres, pero
liderado por una mujer de gran potencia a las voces. Su nombre era Azucena
(Azuzena era su nombre artístico), y poco o nada se sabía de ella hasta ese
momento.
Azucena nació en Madrid en el año 1955, mostrando desde muy
pequeña una inquietud por la música nada común a esas edades. Fue perfilando
sus gustos y preferencias estilísticas, hasta decantarse por el Rhythm & Blues
imperante de aquellos años para pasarse finalmente, y de forma progresiva, al
rock y al heavy metal. Uno de sus primeros grupos fue Guadalquivir, que
practicaba el pop típico de finales de la década de 1970. Poco tiempo después
entraría en Huracán, con los que comenzó a experimentar las vicisitudes del
rock en la España de principios de los 80, con la dificultad añadida de
dedicarse a ello siendo mujer en una profesión por aquel entonces dominada por
hombres.
En aquellos años, el heavy metal estatal cobraba fuerza
gracias a grupos contrastados como Barón Rojo, Obús o Ángeles del Infierno. Lo
que llevaba años triunfando en el extranjero, con bandas como Black
Sabbath, Iron Maiden o Judas Priest, aquí tardó un poco más en llegar (como
siempre ha pasado con todo). Pero llegó.
Sobre el año 1983, dos ex-miembros de Obús (Juan Luis y
Fernando) estaban buscando miembros para formar una nueva banda que
profundizase en las raíces del heavy metal más clásico. Mientras llevaban a
cabo este cometido, descubrieron por casualidad a Azucena mientras ésta actuaba
en directo con Huracán. Desde ese
preciso momento la decisión estaba tomada: la responsabilidad vocal del nuevo
grupo recaería sobre ella. Se lo propusieron y ella aceptó. Ya tenían batería,
bajista y cantante. Faltaba un guitarrista, de sobra hoy conocido: Jerónimo
Ramiro (por aquel entonces provenía de Ñu, posteriormente se unió a Barón Rojo,
y finalmente formó y consolidó a Saratoga junto a Niko del Hierro).
Creado el grupo, ahora faltaba ponerle nombre y comenzar a
tocar. Decidieron hacerse llamar Viuda
Negra en un principio, y pronto grabaron una maqueta donde cambiarían
su nombre al definitivo Santa, de la cual se extrajeron dos
temas para un álbum de Chapa Discos (gestionado por el prestigioso periodista y
productor Vicente “Mariskal” Romero). Gracias a esta maqueta consiguieron
cierta repercusión en la escena heavy madrileña, pero también comenzaron a
surgir problemas entre los componentes, marchándose finalmente los dos miembros
fundadores, y quedándose Azucena y Jero con las riendas del grupo. Con las
nuevas incorporaciones que buscaron, entran a grabar su primer álbum “Reencarnación”. Sorpresivamente,
vendieron de dicho álbum casi 20.000 copias, algo que para un grupo novel y que
practicaba un estilo musical para nada comercial, era todo un hito.
Seguramente influyó en el éxito inicial el hecho de que
fuese una banda de heavy metal liderada por una mujer, algo jamás visto en
España hasta ese momento. Azucena tenía una voz muy potente, pudiendo alcanzar
tonos altos sin el aparente menor esfuerzo, en consonancia con una presencia en
escena brutal, siendo capaz de llenar ella sola el escenario con su presencia.
Todo ello aderezado con un aspecto agresivo, vistiendo normalmente de negro y
con sus clásicas muñequeras de tachuelas que tanto se pondrían de moda por
aquellos años en el sector más duro del rock.
Fue en estos momentos de apogeo cuando llegaron incluso a
actuar en el programa Tocata de TVE,
programa donde los grupos actuaban en riguroso directo y con público, al más
puro estilo de un concierto al uso. También aparecieron en la película Los Zancos, de Carlos Saura, interpretando el tema "Sin compasión".
Un año más tarde, en 1985, publicarían “No hay piedad para los condenados”, su segundo disco. Aunque no
cosechó las mismas cifras de ventas que su predecesor debido a que habían
introducido bastantes elementos melódicos a sus composiciones y esto podía
chocar en su audiencia, les permitió seguir contando con un nutrido número de
fieles seguidores, así como con cierta promoción de la prensa especializada que
veía ya a Santa como una realidad y no como una futura promesa. Fue aquí cuando
la historia se empezó a torcer. Las tiranteces entre Jero y Azucena por hacerse
con el control del grupo cada vez eran más agudas, desembocando finalmente en
la salida de la formación de la vocalista vallecana. Para entonces, Jero trajo a otra cantante
para sustituir a Azucena, con unos registros diferentes, e hizo un viraje
definitivo a la propuesta musical que tanto éxito les había dado, pasando de un
heavy metal clásico a un rock melódico que para nada casaba con los seguidores
que habían cosechado los años pasados. Santa desaparece como grupo en 1987.
Azucena comenzó una carrera en solitario al abandonar Santa en
1986. A pesar de contar con el apoyo y el cariño entre el público heavy del momento (apoyo
que tanto trabajo y sacrificio le había costado alcanzar) no logró encaminar su
carrera musical. Fruto de su delicada situación económica, las compañías
discográficas se intentaron aprovechar de ella, llevándola a terrenos más
cercanos al pop que al rock duro. Su primer álbum en solitario fue un fracaso
en ventas. Ante esto, y en lugar de abandonar, Azucena decidió romper con su
compañía y editar con los escasos recursos económicos que le quedaban un
segundo disco donde volvía a sus raíces, un rock duro donde resaltaba
sobremanera la potencia y versatilidad de su voz. Pero, tristemente, no tuvo
ningún tipo de repercusión y cayó definitivamente en el olvido. Se retiró de la
música, y se dedicó al mundo de la hostelería.
No se supo nada más de ella, hasta el año 2005, cuando
apareció muerta en su piso tras una larga enfermedad. Su gran pasión siempre
fue la música, había nacido para ello. Poco tiempo después de su fallecimiento,
y gracias a allegados, se descubrió que estaba preparando su vuelta al heavy
metal después de 15 años, bajo el nombre artístico de Santazuzena, algo que por
desgracia nunca pudo llegar a ocurrir.
Puede parecer que la vida de Azucena es una de tantas otras
historias trágicas que envuelven el mundo del rock. Pero es más que eso. Es la
vida de una mujer que luchó por sus sueños, que peleó hasta triunfar en la música. Una mujer que rompió moldes, que acabó con los estereotipos de que
el rock duro únicamente era una cosa de hombres. Azucena no abrió una puerta
para la posterior incorporación de figuras femeninas en primera línea del heavy metal,
directamente derribó la puerta de una patada.